miércoles, 20 de noviembre de 2013

Ellas.

Supongo que Ellas no volverán a querer follar conmigo, un tipo que ante un par de piernas abiertas escribe cuarenta poemas y solo sabe empujar a lo desesperado, un borracho que las deja físicamente insatisfechas y mentalmente agotadas, un vagabundo que se limpia los restos de lefa con hojas secas, sí, supongo que por eso Ellas solo me buscan cuando el concepto de príncipe azul se les flojea, en realidad, me importa una mierda, con tal de poder tenerlas de cuando en cuando de esa manera, invitarlas a un par de rayas, a unas birras templadas, besarlas porque sé que puede que ya no vuelva a besarlas, mirándolas a los ojos y Johnny, chico, no tienes permitido casi siquiera tocarlas, mucho menos enamorarte de Ellas, suspiro, estoy echo un lio, me suele bastar con la litrona y un puñao de palabras, pero un hombre a veces necesita del calor de una mujer sobre el pecho, unas uñas clavándose en la espalda, un hombre a veces necesita echarle huevos, y llamarlas, "oye, piba, verás, soy un cabrón sin remedio pero, hoy te escribí algo cojonudo, ¿sabes?, te echo de menos".




martes, 19 de noviembre de 2013

John 2.

Johnny, puedo visualizar mis bragas colgando del retrovisor de tu Ford Cortina.

Esta noche, como otras tantas, he esperado a la puerta del bar tu sonrisa sobre una cerveza fría.

Johnny, siempre bailo para ti, en tetas sobre la barra, inclinando la botella de whisky en sus gargantas, regalando el amor que solo a veces me dabas, el alma de los escritores borrachos arde en llamas, golpean la mesa en un catatónico estado de euforia, alcanzando el climax, llegando al orgasmo de las palabras, derramando a mis pies sus bebidas.

Johnny, juro que a veces me llego a creer que esta vez la noche sí que será mia,
sí, joder, puede que
lo sea esta vez.

Ayúdame a escapar de sus dientes amarillentos, arráncame esta parasitaria desesperación del pecho, ábreme en canal y apuñala lo que ya esté muerto.

Johnny, sé que solo a veces giras el volante hacia la ciudad maldita, para encontrar la prostituta que en Cólera City siempre se abre de piernas y
yo sé que cuando todo acabe tú volverás a la carretera.
Me gustaría saber si te despides con una sonrisa, mientras veo las luces traseras parpadear en la niebla, y aún puedo notar el sabor de tu polla atascado en mi lengua.

Véndeme al diablo uno de estos días, John, para que pueda seguir bailando al fondo de tu copa vacía.

Entiérrame en la 122.

Puede que me guste jugar a ser especial pero
soy una zorra cualquiera.
Vuelve a verme cuando quieras,
me gusta creer que he sido algo más que una venérea.

Yo seguiré bebiendo al fondo, en la izquierda
rodeada de cucarachas muertas,

fuera en la calle un par de poetas
empiezan una pelea
formamos un círculo y la sangre
nos salpica,
todos reímos;
pienso que esto te gustaría.
Encendemos cigarrillos en cadena
hasta que uno de los dos
muera.




jueves, 14 de noviembre de 2013

Gracias.


 Sonrío, por el Raúl, por el amor platónico, por los ojos verdes, por el oro puro, por el psicópata sexual, por el gallego.

 Me enciendo un cigarro y les sonrío, sí, por qué no decirlo, por serlo todo, por diferenciarse en un mundo lleno de retrasados mentales, por brillar en lo suyo, y así me los imagino, en su barrio, a cada uno, haciendo la mierda por la que me enamoré de ellos, mientras follan otros coños, otras mentes, me importa un carajo, yo los quiero, a mi manera, aunque ninguno me quiera, qué tendrá que ver eso, nena, no van a dejar de ser nunca lo que eran, y lo comprendo ahora,
y sonrío, y me enciendo otro pitillo, y lo paseo riendo entre mis dedos, mientras les escribo, ah padre, claro que sí, vosotros lo sabéis, que sois cojonudos.




lunes, 11 de noviembre de 2013

Sin título 3.

La noche se desvanece como los recuerdos de un crío.
Los cigarrillos consumiéndose en labios desconocidos.

Quiero gozar de la parálisis cerebral
Quiero ser tu vegetal
Hazme saltar por la ventana, al filo de tu navaja
Agárrame bien de los cojones, nena
Soy un perro viejo rendido a la locura.

Báilame
desnuda en la niebla
Esperaré en el bar
hasta que te decidas.

¿Cuántas cervezas calientes puede soportar un hombre hasta encontrar una que esté fría?
122 latas vacías.

Hemos jugado a ser dueños de nuestras vidas
Intentamos darle esquinazo a la rutina
Mandar el destino al hospital de una paliza.

Cerebros afilados como cuchillos del teletienda
Lo salvaje corriendo por nuestras venas
en un susurro de rabia contenida, de
histeria colectiva.

De aflójame un poco la soga al cuello porque nena, tal vez no merezcas la pena.

Píntame un poco más grises los días, tanto arcoiris apesta.

La capacidad de amar en pausa, piba, ¿por qué voy a entrar en el drama cuando puedo dar la vuelta y hacerme una paja?

Creíste elegir cómo querías vivir pero era un catálogo del Ikea.
Creíste elegir cómo querías morir pero soñabas despierta.

No puedo fingir felicidad con mi cerebro al volante atropellando huérfanos en la carretera, prendiendo fuego a ancianitos en salas de espera, riendo, eufórico, enfermo crónico.

(No sé si saldré de esta, te juro que lo estoy intentando)

Linda, desde el divorcio
escribo mejor
y follo más violento
me enciendo otro pitillo,
sonrío porque sigo vivo.

He decidido dejar de esperar y hacer mio el momento.
Que le jodan al mundo, yo soy eterno, y nadie me puede cambiar.

He asesinado todo lo que hicisteis de mi
Soy libre para abandonar vuestra cruz, libre de hacerlo cicatriz.

A la mierda eso de resurgir de las cenizas,
yo, como un terrorista suicida,
he vuelto a nacer;
yo, como el maldito universo
me he creado a partir de la nada,
y veo el mundo
por primera vez.

La Luna Llena se recrea en tus pupilas
y te juro que es algo digno de ver.




sábado, 2 de noviembre de 2013

John.

Fuiste especial, una vez, John, cuando la vida era algo más que chupársela a tu jefe para ganar dinero,
cuando las facturas se amontonaban en el buzón de tu pueblo natal
y los cigarrillos eran eternos hasta quemarte los dedos.

Fuiste especial, Johnny, a veces fuiste el primero
cuando me decías que era imposible escapar de lo que nos quiere muertos
y nos hacíamos llamar "perros viejos", bebiendo whisky y disparando de lejos a las prostitutas que, calle abajo, se quitaban las bragas para echar un meo.

Yo sé que fuiste especial, John, y tal vez lo sigas siendo
mientras te miro a los ojos y tu mujer nos sirve vino francés
y me pregunto en qué clase de gilipollas te has convertido.

Fuiste especial, John, deberías saberlo
versionando a Cash mientras una zorra cualquiera sollozaba en el maletero
cuando la carretera era nuestro hogar y el asfalto terciopelo
aullando salvajes bajo el cielo estrellado.

Johnny, éramos la eternidad bailando sobre los cristales rotos del universo,
no sé por qué
se jodió todo.