sábado, 20 de junio de 2015

Johnny

Siempre la cago cuando bebo, y no conozco un siempre sin botella,
vino barato y pitis en cadena con el ojo apoyao en el visor,
quise ver las estrellas desde la gran ciudad, así soy yo, un retrasado humorista;
en la calle de al lao los vagabundos cambian poemas de amor por un par de monedas,
parecen putos monos aporreando las teclas,
si quieres poesía tócame el timbre más tarde de las doce y media,
¿te haces un peta? pregunta seria, ponme una fusca respuesta correcta,
párate aquí un momento tío, no sé si me he atragantao con la lengua;
me tambaleo por tu parque, o no sé si es por la keta,
lo mismo da, la pensión está completa,
el químico del veneno aprieta, y tengo coágulos de caballo atascaos en las venas;
sóplame fuerte el rabo y olvídate de las velas,
sácales brillo a tus ojeras, vístete de domingo porque hoy he vuelto a liarla,
ya no recuerdo la última vez que nos vimos, he estao ocupao custodiando barra, firmando libros,
a falta de curro buenas son un par de rayas;
estoy tan cansao de ser yo que arrastro suela,
estoy tan arrepentido de haber llamao que cuelgo antes de escuchar tu voz, y me desnudo en mitad de la verbena,
no sé dónde coño ves el puto problema;
soy el cabrón que hoy te da la espalda cuando ayer fuiste mi reina, si te tragas esa palabrería barata te tragarás mi lefa,
y no es nada personal pero, todos necesitamos un buen par de tetas, te juro que algún día esa mamada será un collar de perlas;
brindo por todas las intenciones de cuando vamos borrachos, que se quedan en nada,
por los besos que me diste y un puñao de palabras,
fuiste mi amor de fin de semana,
y aunque estemos hechos pa no volvernos a ver, serás la prota de mi maratón de pajas;
me rompiste el corazón así que te corté las alas,
me pasaré el día encerrao en tu ascensor, y tu basura será mi almohada,
ignórame por favor, tríncame en aduanas,
húndeme en lo más profundo de la ría y cántate unas de Johnny Cash mientras aun sigamos con vida.






lunes, 27 de abril de 2015

El Vecino.

Estoy de pie, desnudo ante el ventanal. Fuera hace un día cojonudo.
Puede ser que la cerveza haga temblar el objetivo, cuando apunto al bloque de edificios frente al mío, y bajo la mira solo aparecen distintas sombras de mi mismo.
El ama de casa con su cabeza pelada de quimio envuelta en un fular de ribetes dorados sacude con energía la alfombrilla de baño.
Su hijo de 15 años, en la habitación de al lado, se la machaca como un mono gracias al amplio abanico de posibilidades que nos brinda la industria porno.
Debería pajearme, ¿me estoy pajeando?
Un piso más abajo, a la derecha, la escena es permanente. La misma puta vieja sentada sobre la misma puta silla observando a través del cristal sin cortinas, todos los puñeteros días, y su mirada tiene un deje ausente. La más viva imagen que te lleva a entender que nadie te echará de menos cuando la palmes.
Un adolescente asoma tímido su cigarrillo y se lo chupa con una rapidez que alucinas, tira la colilla al parque.
Los ladrillos se desprenden, las cañerías se oxidan, la pintura se corrompe.
Las palomas se cagan en la repisa y se van, y otras vuelven pa marcharse, y así continuamente en un bucle de infernales excrementos.
El continuo rumor de los chiquillos berreando, sus padres consumen cerveza y aperitivos en el bar, demasiado ciegos ya como para hacerse cargo de sus hijos, están absortos en el partido, y sus mujeres, en la terraza, picotean las migajas que se les caigan de las barbas, y despedazan otras mujeres mediante mordaces críticas y risas cascadas por el demasiado fumar.
El chaval sentao en el banco se lia un verde y es la única paz que puedas encontrar entre tanto niño malcríao tirando sus móviles de 500 euros desde lo alto del tobogán.
Todas estas imágenes ruedan por el visor como molinos de viento, como prostitutas de barra, como un yonki de baño público, como mondar la naranja de una pieza.
Y yo solo tengo elegir y apretar el gatillo.
El vecino del primero ha salido en calzoncillos a su balcón repleto de geranios, el periódico bajo el brazo y una taza de café recién hecho. Se pone su programa favorito de radio en los cascos.
Una chiquilla de espaldas lava los platos en la cocina, mientras su hermano estudia para una carrera universitaria que él jamás habría elegido.

Abro la ventana y puedo notar las heces en mi pie cuando me apoyo sobre él para poder pasar el otro. La alfombrilla de baño cae desde un sexto piso. El quinceañero sigue dándole duro. La vieja ha girado la cabeza hacia mi pero, nada en ella me hace creer que le parezca interesante.
Algunos niños empezaron a gritar, «¡mira, aita!» y algunos padres van saliendo, contemplan sorprendidos, sus esposas detrás de ellos. Hasta ahora nadie ha visto la pistola, es el momento. Se oyen algunos gritos, «¡oh, dios mío!» «¡no dispare!», la gente empieza a dispersarse, todas las madres buscan a sus mochuelos y corren a ponerlos a salvo bajo los soportales. Solo el chico del peta me mira y veo que me sonríe de lejos.

Supuse que entendió que solo soy un pobre cabrón condenado.

Abajo, en el balcón, el vecino, un cincuentón, sorbe de la taza de café medio sonriendo, pasando las páginas del periódico y hay tal silencio en el barrio que podemos oír como baila el papel en sus dedos...
Cuando tiro la pistola, antes de tirarme al vacío yo también, alcanzo a ver que esta acierta de pleno en el café, y el anciano amortigua en gran parte mi caída, pero el cráneo se me revienta en sus baldosines beis y hay una serie de tripas y cosas desperdigadas por todos los geraneos, cuyos pétalos salpicados de sangre gotean sobre quienes ven la escena desde abajo.

Yo sé que estoy muerto pero me he llevado a este hijo de puta conmigo, estoy seguro, o al menos lo dejé muy jodido.

Joder, siempre he odiado a este tipo.


sábado, 6 de diciembre de 2014

Sigo vivo.

Revivo todo cuanto he sido en vez de continuar porque, lo admito, la he jodido.
Hasta la muerte, me dijo, y quién coño se acuerda ya, quién coño sigue escribiendo sobre ello.
Ya no puedo hablaros sobre Madrid, ni sobre lo que estando allí tuviera que sentir, y vuelvo a leer los poemas que la escribí,
por si eso ayuda
por si eso la lleva
de nuevo a mi.

Agito el Chester a sabiendas que no da para más.
Salgo del portal sonriéndole a la noche, y la noche me escupe porque no soy de fiar.
«Cuando solo te queda
echarle cojones,
búscate de lleno en la mierda
y por primera vez desde que saliste del chocho de tu bendita madre
te encontrarás».

Arrastro en los vaqueros la estela del porno más desagradable que pude encontrar.
Volví con mi vida repartida en bolsas de basura, sudor frío, mono y ansiedad, y el barrio ya no es lo que era, ni el verde en tu parque me puedo echar.
Supongo que todo consiste en cambiar de escenario pero continuar siempre en la misma mierda, esperar en el estanco a que te decidas, a que me hagas caso o te pierdas.
Las horas, mis horas
que durante algún tiempo llegaron a ser mías
se malvenden al primer gilipollas
en cualquier esquina.

No pude seguir manteniendo el equilibrio sobre el bordillo de la acera, y vuelvo a ser el perro calado esperándote a ciegas, cubata en mano a las afueras, sonrío despacio, sé que mis historias pertenecen a la carretera, no tengo prisa, soy el cabrón que muerde la mano.

Vuelco los chismes sobre vuestras mesas pero no tenéis ni puta idea, pedirme sombra cuando el sol de las resacas apriete un miércoles cualquiera, y aunque me muera de ganas, que os jodan, que os prepare la jeringuilla vuestra puta vieja, que os jodan, que os acaricie el pelo los amantes de vuestras novias.

Tampoco me hacíais tanta puta falta.



martes, 8 de abril de 2014

La 122.

"Todo cabrón que busque un buen chocho para pasar la noche será bienvenido.
La tercera copa siempre será gratis mientras sigas vivo.
Con unas hermosas vistas al vertedero de enfrente, nuestras habitaciones cuentan con minibar, agua potable, y televisión por cable.
No se lo piense, ¡traiga a su amante! Contamos con los asesinos a sueldo más profesionales, por un módico precio podrán incluso deshacerse de su cadáver, ofertas especiales todos los jueves.
Vengas, señoras y señores, no se arrepentirán, jamás hemos tenido cliente insatisfecho que no esté enterrado en el patio de atrás."

John, hace tiempo que recuerdo la 122,
en aquel motel de Carretera Mala Muerte
y cómo el calibre de tu pistola encajaba perfectamente
con el crimen de aquellas vírgenes.

Siempre encontraremos la paz
en esta habitación perpetua.
La 122, con desayuno y televisión, piensas.
Y sonríes, Johnny porque
tú siempre te haces de rogar.

Cada noche en la
122
desnudo en tu cama
te haces el amor.

Cada mañana en la
122
a través de
tu ventana
puedo imaginarte esperar
envuelto en llamas.



sábado, 25 de enero de 2014

After Polvo 1

Me había dejado las llaves en la mesilla de noche de aquel gilipollas del que no recuerdo ni el nombre.
Estábamos en pleno diciembre, y hacía un frío de cojones en la calle. Tenía el coche aparcado a tan solo unos metros, y realmente pensé en romperle la ventanilla y hacerle un puente, todo con tal de no volver a verle. Pero no podía traicionar de esa manera a mi viejo Citroën así que me senté en el portal y encendí un cigarrillo mientras notaba el suelo helándome el culo a través del agujero en mis pantalones.
Decidí llamarle al móvil, tres veces hasta que el desgraciado se dignó a contestarme. Subí los escalones tropezándome, no sé si por la irregularidad de estos o por los restos de cristal en mi cuerpo.
El tipo estaba en la puerta, con la sábana a la cintura tapando la flacidez de una polla que hacía tan solo unas horas me había comido. Sonreía jugando con mis llaves en sus sudorosas manos...
- ¿No pensabas despedirte?
- Dámelas, quiero irme a casa.
- Solo si me das un beso de despedida.
Tal vez fue por lo repulsivo del momento, o por la estúpida idea de creerse con derecho a besarme tras haber follado, no lo sé pero, hundí mis nudillos en su cara con fuerza, algo sonó a roto, las llaves cayeron al suelo y vi al cabrón echarse hacia atrás, un hilillo de sangre goteando, una ostia contra el marco, ni siquiera quise hacerlo, solo era uno de esos impulsos que siempre te ves capaz de controlar...
Recuperé las llaves y bajé las escaleras de dos en dos, de tres en cuatro, riendo histérica, tambaleándome por la droga, y no dejé de correr hasta llegar al coche.
Me acomodé en el asiento del conductor, "no creo que ese retrasado me persiga ondeando su sábana al viento, estaba igual de colocado que yo, puede que muerto". Ese pensamiento me reconforta, pongo el CD que se dejó el Raúl la última vez, y conduzco a casa en paz, feliz, con la certeza de haber disfrutado más del puñetazo que del polvo en si.



jueves, 12 de diciembre de 2013

La eternidad solo es un pájaro colgado en los cables de electricidad.

Un torso desnudo en la cúpula del cianuro.

La eternidad solo es un pájaro colgado en los cables de electricidad.

Todo lo material se funde en si mismo.
Sangre reseca en la comisura de los labios.
Soy el chaval maldito.
Veneno entre el relleno del sujetador y las tetas.

No encuentro nada más romántico que los meados calle abajo a un palmo de mancharme las playeras.

Amores edulcorados de telenovela.
Revistas porno en cajones de doble fondo.

No sé quererte bien pero sé quererte duro.

He sido lo peor y lo mejor de cada bando.
He sido un loco, un drogadicto, me he superado.

Quedarte a un par de kilómetros de la línea de meta.
Unas rayas por las que vender a cualquiera.

Perros viejos haciendo la carrera por una hamburguesa.

Volver a ser un hijo de puta
casi sin darte cuenta.



viernes, 6 de diciembre de 2013

Sin título 4.

Soy solo un borracho sin remedio buscando la desesperación ante cualquier coño abierto.

Pero tú, pequeña

clavándome los dientes en el interior del pecho
cabalgándome las venas en
acero ardiendo,

tú, pequeña

y tu mirada arrancando
la carne del hueso
la asfixia en tus manos rodeándome el cuello, y no importa cuánto aprietes nena, nunca será demasiado.

Este incontrolable aura de niño huérfano.
Este insoportable hedor a perro viejo.
Arrastrándome desnudo por tu pasillo.

Intento convertir lo vulgar de una mamada en arte.
Intento hacer mio el momento cuando las bragas empiezan a bajarse.
Resulta curioso
ver las estrellas
a través del techo.

La niebla espesa al final de la carretera me convierte en un cadáver descompuesto.
Mis pulmones
mi historia
bailan flotando
sobre el universo.
 Una paz
como nunca antes
y como
otras tantas veces.
Respirar por inercia me lleva de vuelta a la cárcel del cuerpo.

Nena, sabes, yo,
agradezco el silencio.
No eres como esas zorras
que se despiden siempre
con un beso
como fingiendo que después de follar
me tengan algún aprecio.

Cuando ellas se duermen
con mi semen todavía fresco en sus agujeros
y puedo imaginarlas fantasear con
anillos de diamantes y chicos buenos,
Escribo.
A veces ni siquiera vuelvo a pensar en ellas.
A veces mis palabras ni siquiera las recuerdan.

Las horas serpentean en el reloj.
El puñetero vacío de no ser ya
nadie en la habitación.

Es curioso
lo mucho que
me pertenecieron
anoche,
y lo poco mías
que son ahora
por la mañana,

cuando ellas siguen con sus vidas y yo
intento recordar
el camino de vuelta a casa.