domingo, 22 de septiembre de 2013

Asexual.

He escrito sobre el amor muchas veces, para diferentes mujeres. La chica de los ojos verdes, el maniquí en los escaparates, la de la ropa interior de encaje.

Todas ellas una vez fueron suaves y púrpuras y eternas en mis brazos, todas ellas alguna vez.

Tenían sus cosas, pero yo también las tengo.

Cuando ya no hay ninguna chica guapa rondando por el piso a la que escribirle poemas, me gusta beber.

Porque lo único que no soportaba de ellas eran sus intentos por encauzar mi vida.

No puedes domesticar al perro viejo que por viejo ya está derrotado.

Y ahora que estoy solo en la casa y
puedo beber vino y
tengo que fregar los platos y
plancharme las camisas,
me doy cuenta de que soy completamente asexual.



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