jueves, 26 de septiembre de 2013

La mariposa en un bote de mayonesa vacío.


 Te escribo y no sé por qué, si eres el mayor gilipollas que he conocido, si has conseguido, en una puta semana, hacerme daño, qué carajo hago, escribiéndote, pero no lo dejo, nena, lo necesito, como si pudiera compararte con la metadona que los heroinómanos detestan y se tragan porque es lo único que les calma de su tormento, y aún así los muy gilipollas vuelven a intercambiarse las jeringuillas porque así son, igual de imbéciles que yo, que no paro de escribirte y tú estás tan lejos, pensando en otra cosa, qué buen día quedó, que bonitas las estrellas, y yo cagándome en toda tu puta raza porque no puedo olvidar lo que me dijiste una vez, aunque, ya no seas el mismo, y envidio los tatuajes que te recorren la piel porque ellos podrán estar siempre contigo, no como yo, que fui una mariposa encerrada en tu bote de mayonesa vacío y lo has agitado a tu antojo y al final, evidentemente, he muerto, pero te sigo escribiendo.





Necesito un trago.
Para olvidarme de tu pelo, de tu cigarro sobre el cenicero.
Necesito un trago
Para soportar cada minuto que no te tengo,
Necesito un trago,
uno por cada beso
de whisky barato
Y necesito otros tantos tragos
que borren de mi piel tus recuerdos,
el fantasma de tu escritor borracho,
lo que una vez fuiste
y ahora no encuentro.

Necesito una raya
Para sonreír contigo
Necesito una raya
Que me baje por la garganta como lo hacía el amor
que solo a veces
me dabas.
Necesito otra raya
Para calmar la histeria
de tu abandono
de tu
risa malvada
en la ciénaga.

Necesito tus palabras
algo que no me impida continuamente
coger el autobús a Galicia,
y una vez allí
esperar a la muerte
sentada en el banco frente a
tu parque.




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